Un chavista es un personaje que odia a su pueblo hasta el nivel de exterminio, que piensa en sí mismo sobre todas las cosas y por eso acumula bienes y dinero que no le pertenecen, que se escuda en una ideología fracasada importada desde Cuba para cumplir sus objetivos y que egoístamente aplica toda su maldad contra un pueblo indefenso…
Como regalo de cumpleaños para el difunto, el vicepresidente del régimen y antiguo yerno trató de definir lo que es ser chavista. Si se hubiera tratado de una evaluación en algún liceo de la era democrática, el profesor le habría puesto cero, pues es bien sabido que el que trata de decir un concepto enumerando lo que no es, es porque no sabe nada.
Eso es lo primero que hay que destacar de esta declaración tan infeliz. El vicepresidente del régimen, así como los demás de la cúpula rojita, no puede definir lo que es el chavismo porque el chavismo como corriente política demostró ser una entelequia, un esperpento imposible de definir para las ciencias políticas, como no sea para decir que es un populismo más.
La primera afirmación del canciller rojo: “Ser chavista es no ser capitalista”. Y en eso muchos empresarios que ahora están arruinados pueden darle la razón. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, si se define como capitalismo el “sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado”, podría decirse que la afirmación es acertada.
Sin embargo, lo que no cuenta el ministro rojo es que muchos de sus amigotes, testaferros y enchufados son dueños de muchas de las empresas que todavía sobreviven en Venezuela. Así que, en aras de aportar algo, se lo definimos: “ser chavista es ser capitalista, siempre y cuando los dueños de los medios de producción sean nuestros amigos”.
Y sigue el canciller: “Ser chavista es no ser imperialista”. Con la ayuda del DRAE, se puede determinar si esta negación (que no definición) es real. Imperialismo es: “Actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política”.
Y es aquí en donde comienza el funcionario a perder la noción de lo que dice, aunque lo más seguro es que no sea de manera involuntaria, acostumbrado como está a mentir. ¿O es que el venezolano no ha sentido en estos veinte años la dominación de Cuba hasta en lo más mínimo y cotidiano? Militar, económica y políticamente, Venezuela se mueve a ritmo de son antillano y todo eso gracias a los complejos del difunto cumpleañero, que vio en Fidel al padre que no tuvo y en Cuba el símbolo de dominación que él necesitaba.
“Ser chavista es no ser egoísta”. Ojalá los cientos de venezolanos que comen de la basura puedan leer esto, ver dónde viven los hijos de Chávez, lo que comen, los carros que importan, los guardaespaldas que tienen, las fiestas que dan, los viajes que hacen. ¿Cuándo comparten? Entre ellos y en muy contadas ocasiones. ¿Eso es pensar en el pueblo?
En fin, para que no quede dudas y el canciller se lo pueda aprender, le damos una definición más acertada: un chavista es un personaje que odia a su pueblo hasta el nivel de exterminio, que piensa en sí mismo sobre todas las cosas y por eso acumula bienes y dinero que no le pertenecen, que se escuda en una ideología fracasada importada desde Cuba para cumplir sus objetivos y que egoístamente aplica toda su maldad contra un pueblo indefenso. Y nos quedamos cortos.