Claudia Díaz, exenfermera del presidente Hugo Chávez, buscó en 2014 un refugio seguro para almacenar la riqueza inexplicable que acumuló a lo largo de los años. Luego de la muerte del líder de la revolución bolivariana, la también extesorera de la nación compró oro para mover el dinero.
Para ese entonces, una empresa fantasma establecida en San Vicente y las Granadinas, que presuntamente Díaz controlaba, compró 250 lingotes de oro valuados en más de 9,5 millones de dólares, según registros judiciales de Liechtenstein obtenidos por la agencia The Associated Press.
Los lingotes, cada uno con un peso de 1 kilogramo, fueron presuntamente almacenados en una bóveda privada en el diminuto principado europeo, disponibles para Díaz y su hijo cuando cumpliera 18 años de edad.
Pocos años después, un representante de la extesorera vendió una cantidad casi idéntica de lingotes y la mayor parte de los ingresos los depositaron en un banco suizo.
Estos movimientos están en el centro de una investigación criminal internacional sobre la red de empresas fantasmas y cuestionables banqueros suizos que han ayudado a convertir a Venezuela en uno de los países más corruptos del mundo.
“Venezuela se ha convertido en un paria virtual. Los muy callados banqueros estuvieron felices de recibir su dinero durante años, pero ahora todos evitan al país cueste lo que cueste no solo para proteger su reputación, sino para evitar sanciones regulatorias e incluso penales”, dijo Michael Levi, experto en delitos financieros en Europa y profesor de la Universidad de Cardiff, en Reino Unido.
Díaz era prácticamente desconocida hasta que, junto con su esposo, un exasesor de la seguridad de Chávez, apareció en 2016 en los Papeles de Panamá.
Las autoridades allanaron su casa en Caracas y confiscaron lo que describieron como una colección de autos de lujo, obras de arte y documentos de propiedades inmobiliarias dentro y fuera de Venezuela, controladas a través de empresas fantasmas.
Díaz y su esposo, Adrián Velásquez, viven actualmente en Madrid, donde los arrestaron brevemente en 2018 luego de una solicitud venezolana. A la pareja la sancionaron en Estados Unidos por su presunta participación en un fraude cambiario por 2.400 millones de dólares.
“Ellos no tienen conocimiento ni oficial ni de otro tipo. Ella niega rotundamente haber tenido lingotes de oro o cuentas bancarias de ningún tipo en Liechtenstein”, aseguró a AP el abogado Ismael Oliver, defensa de los señalados.
Los lingotes de oro que presuntamente le pertenecen a Díaz representan apenas una pequeña fracción del monto total saqueado de Venezuela. Pero son un símbolo de la avaricia ilimitada que alimentó a una cantidad de intermediarios, desde administradores de activos de abolengo hasta algunos de los bancos más antiguos de Europa, señaló AP.
Los lingotes de oro se mantuvieron dentro de la bóveda privada número G1, en Liemeta AG, que Díaz alquiló en 2014 por unos 21.700 dólares al año, según la solicitud del juez Roger Beck del tribunal en Liechtenstein.
Pero la exenfermera de Chávez autorizó a un financiero a retirar el contenido de la bóveda, lo que presuntamente realizó en dos transacciones, en diciembre de 2014 y noviembre de 2015, según la solicitud de Beck.
Mientras tanto, Díaz insiste en que sus cuantiosos ahorros son el resultado de toda una vida de trabajo honesto y que jamás malversó fondos estatales. Aseguró que sus problemas legales se deben a su negativa a aceptar las órdenes ilegales de Nicolás Maduro durante las confusas repercusiones de la muerte de Chávez.